domingo, 7 de abril de 2013

Repesca 01

  Muy buenas, gentecilla al otro lado de la pantalla. Esta última semana la falta de tiempo, de creatividad y el mal cuerpo que me ha  dejado la llegada de la primavera me han dejado sin ánimo para escribir cualquier post digno de lectura. Pese a todo, y como ya me he acostumbrado a una subida constante todos los domingos, he decidido recurrir a la repesca. Esto quiere decir que en momentos en los que no tenga ni puñetera idea de qué subir, recurriré a post que realicé para otros blogs. De esta forma, no perderé la costumbre de subir todas las semanas, tampoco os dejaré sin lectura y, a la vez, haré un poquito de spam [el spam NUNCA es malo]
  Bueno, ya no me lo pienso más y os dejo con el post de hoy, que proviene del Blog de Dos Estudiantes, blog en el que he participado unas cuantas veces. Esta, ni más ni menos, es la primera entrada que subí en él. Espero que os guste. Besines!





   Hay una canción (que me encanta y que, desde la primera vez que la escuché, por pura casualidad, no puedo dejar un solo día de ponerla) que dice:

“Hoy voy a pensar que algo mejor
Voy a lograr mañana”

Pero… ¿qué pasa cuando sabes que mañana no va a ser mejor que hoy? Vale, algunos pensaréis que soy lo más pesimista del mundo, pero no es así. Soy de las típicas que, si algo le sale mal, pues mañana saldrá mejor, si me equivoco, pues vale, pero ya no me volverá a pasar. Si suspendo un examen, pues para el próximo estudiaré más; si me equivoco con mis amigos, sé pedir perdón; si alguien se hunde, intento tirar de él hacia arriba, aunque a veces no me funcione… Y hasta ahora sí, ha sido así… Pero hay muchas cosas que escapan a mí, cosas que no puedo cambiar, aunque daría mi cordura porque sí se pudiese. Lo siento, sueno desesperada, pero es que así llevo sintiéndome esta última semana.

Muchos creeréis que estoy así por los exámenes, o por algún mal de amores… ¡Pues no, señores y señorinas míos y mías! Ya he hecho notar antes que los exámenes no son para mí lo peor del mundo. Esto va mucho más allá de mí…

Y sí, ha hecho falta que me quede sola en mi casa para soltar todas las lágrimas que no he podido llorar a lo largo de esta semana, para que nadie me vea, para que los ánimos no se hundan más. Porque, a lo largo de estos días he estado gritando a pleno pulmón, mientras abrazaba, que todo se iba a arreglar, aunque todos sabíamos que eso era mentira,  que sólo esperábamos lo inevitable. Porque eso es lo que hemos estado haciendo a lo largo de estos meses, esperar, esperar… esperar lo que todos sabríamos que llegaría tarde o temprano. Y mientras la abrazaba, ella lloraba y yo le sonreía y le decía que todo iría bien, lo único que estaba haciendo era mentir. Pero no podía llorar, no podía dejar que nadie me viese llorar, porque entonces esta casa no sería otra cosa que un contendor de tristeza, y no hay nada peor en la víspera a lo inevitable que la tristeza.

Aun así, lo peor no ha sido tragarme mis lágrimas y sonreír mientras la pena me comía por dentro (podéis llamarme hipócrita, sí, sonreía cuando no quería hacerlo). Lo peor ha sido cuando ella ha confesado que no quería que yo perdiese mi tiempo cuidándola, concretamente, mis vacaciones, en las que había pretendido hacer algún que otro viaje. ¡MIS VACACIONES! ¡Lo que me importan a mí mis vacaciones! Lo que me importa a mí es que ya no podremos dar esos paseos que dábamos antes, cuando nos recorríamos las calles de Granada, esas calles que son frescas en verano, donde están los vendedores de especias, ni tampoco podrá ponerse a bailar conmigo mientras hacemos la comida, ni perseguirme por toda la casa metiéndome prisa cuando voy tarde a cualquier parte (todos los días, a todas partes)… Todo lo demás me importa bien poco, si he de cuidar de ella, lo haré, encantada. Ella me ha dado la vida, ella me ha hecho como soy, a ella se lo debo todo… Si por ella debo sacrificar unas estúpidas vacaciones, lo hago, si no puedo viajar, me quedo. Soy joven, tengo mucho tiempo para ver el mundo, pero madre, madre sólo tengo una, y encima, la que tengo es excepcional.

Podría contaros toda su vida, pero me faltarían palabras para decir todo lo que la admiro, imaginaos, ya me están faltando palabras para escribir esto, no sé ni de dónde narices las estoy sacando.

Bueno, creo que me estoy desviando del tema, y creo que ya es hora para ir acabando, porque, dentro de poco, ya no estaré sola en casa, tendré que volver a ponerme la máscara y sonreír. Sólo pediros perdón por aburriros con mis tonterías, y también deciros que, si bien es verdad que hay cosas que nos superan y no podemos cambiar, nos hacen daño, también es cierto que, en esta vida, el dolor, al igual que la felicidad, se da por momentos, y que esos momentos pueden cambiar de un estado a otro dependiendo de la fuerza de voluntad que tengamos. Y otra cosa no, pero fuerza de voluntad, a nosotras, nos sobra.

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